Una montaña de chatarras ubicada en la orilla este de la vieja traza de la ruta 38, en el barrio 9 de Julio II de Río Seco, genera desde hace meses la indignación de los vecinos del pueblo. Estos advierten preocupados que el sitio no sólo se constituye en una seria amenaza para la salud pública, sino además en un “grotesco relieve” que se despliega a pocos metros del acceso principal al microcentro de la localidad.
“Se viene el verano y este depósito de desechos se constituye en un potencial foco de proliferación de mosquitos, roedores y alimañas. Es decir que esto además de contribuir a un rebrote de dengue, también puede conducir a desatar otras enfermedades” planteó el vecino Ernesto Juárez.
La chatarrería, por el inmenso espacio y volumen que adquirió, no deja de llamar la atención de quienes pasan por la carretera vieja. Está a 500 metros del río Seco y a menos de 200 de la Escuela Técnica, a la que concurren más de 400 alumnos. Enfrente, del lado oeste de la ruta, se encuentra el barrio 132 viviendas. “Este negocio se instaló hace un par de años durante la gestión de la anterior comisionada comunal Carmen Alejandro. Desde entonces comenzamos a ser visitados por ratones y se multiplicaron los mosquitos”, denunciaron los pobladores de la zona.
“Desde un principio hemos exigido a la comuna que obligue a los dueños del depósito a que lo reubique en otro lugar que no represente un riesgo para la salud de la gente, pero hasta ahora no vemos resultados” advirtieron los lugareños. El montículo de chatarras, al sumar materiales, comenzó a sepultar de a poco el cartel que promociona una obra del gobierno provincial.
Buscan que los ingresos a la provincia estén libres de chatarra“Lo curioso es que vemos todos los días llegar desechos, pero no los vemos salir. O sea, su dueño compra, pero no se ve que venda. De ahí que el depósito crece” observó un vecino que sólo se identificó como Juan Manuel. En un principio hasta llegó a ocupar parte del espacio lateral de Vialidad de la Nación. Una denuncia de organismo estatal obligó al propietario a replegarse unos metros más hacia el este, según se comentó.
Ministerio del Interior
El actual comisionado comunal, Luis Mendoza, admitió que la chatarrería se transformó en un verdadero “dolor de cabeza” para su gestión. “El dueño es un tal Abregú que se resiste a abandonar el lugar. En un principio, y a poco de asumir, entablé una charla amistosa con el comerciante. En buenos términos hubo compromiso de retirar las chatarras. Pero esto no se concretó. Ante nuestra insistencia, la reacción de la gente instalada ahí comenzó a tornarse violenta. Ahora estamos tomando otra vía porque aquí hay una cuestión de salud pública”, sostuvo el funcionario. “Este sitio tira por tierra con todos los trabajos de limpieza y descacharreo que estamos realizando sin tregua en el pueblo. Nos preocupa el dengue que afectó no poca gente a principio de año. Queremos impedir su rebrote” añadió.
Mendoza dijo que planteó el problema ante el ministro del Interior, Darío Monteros, quien tampoco habría ocultado su indignación ante el lugar en que se instaló el desguace. El funcionario provincial prometió encarar gestiones tendientes a procurar su cierre o su traslado.
El tema fue planteado también ante las autoridades sanitarias de la provincia. “Uno de los problemas básicos con que nos enfrentamos para obligar la clausura del vertedero, es el vacío legal que hay al respecto. De lo contrario ya hubiéramos adoptado las medidas correspondientes”, advirtió Miguel Suárez, director de Acción Social de la comuna. “Es lamentable que en estos momentos despleguemos tanta gente y transporte para mantener lo más limpio el pueblo, y resulta que un comerciante de chatarras transforma al frente mismo en un vertedero que no sólo nos alarma a nosotros, sino también a la gente que pasa por la ruta” añadió.
En el lugar LA GACETA intentó hablar con su dueño, pero empleados dijeron que no se encuentra en la provincia.